Hubo un tiempo que supo ser diferente, la vida parecía mucho más fácil, nos embargaba la alegría.
Nuestros juegos eran sencillos, nos mojábamos, ensuciábamos, correteábamos todo el día detrás de una pelota o simplemente jugábamos con bolitas, payana, el rasti o lo que sea.
Nuestros padres se encargaban de las tareas para facilitarnos la vida. Susurraban por lo bajo cosas que no sabíamos.
Cosas que con el correr del tiempo fuimos dándonos cuenta.
Y un día volvió Perón y las calles se llenaron de gente, gente que a su paso rompía todo lo que se interpusiera en su camino.
Las calles quedaban llenas de basura y los empleados municipales, no daban abasto para siquiera organizar la limpieza.
Todo era alegría aparente, atrás había quedado la nueva ola, los bailes de carnaval, las juntadas.
El clima se enrareció, los periodistas de noticias aparecían serios, solo se comenzó a hablar de asesinatos.
Perón o el cascarón vencido que había regresado del exilio y que los destrozadores veneraban, se apagó y su viuda se hizo con el control del poder sin tener siquiera la mas mínima experiencia e idea de cómo llevar a cabo semejante propósito, pero contaba con el brujo, la gente ya se animaba a hablar mas y escuchábamos .
De pronto supimos que habían secuestrado a un ex presidente, luego que había sido asesinado, después que cierto movimiento extremista se endilgaba dicha muerte.
Que la nueva presidenta solicitó la intervención de las fuerzas armadas, luego refrendadas por Luder..Y comenzó una guerra...
De esa guerra, nuestros padres nos apartaron, nos sentaban a tomar la leche y a mirar los 3 chiflados, el Zorro, El circo de Marrone, Titanes en el ring, Piluso y coquito y por supuesto, a él
A él con su gestito de idea, con la sal mas salada de la tv, con su flequillo audaz y su sonrisa al viento, con cara de hombre bueno y su sa sa sá sa sa sa....
Pasamos esa infancia en la cual los extremistas ponían bombas, ensimismados en nuestras fantasías de poder llegar a estar frente a el y que nos preguntara de que cuadro éramos
a qué escuela íbamos y que nos llenara de regalos. Cuando al fin me llegó el turno, me calcé orgulloso la camiseta de mi club y él, me vio a la distancia y quizás porque me vio con la camiseta, me eligió y aún viendo que la tenia puesta, me lanzó la pregunta...de qué cuadro sos?
De San Lorenzo le dije, hacete de chacarita pibe me responció.
Les juro que en ese momento toqué el cielo con las manos. Nadie, absolutamente nadie logró hacerme sentir como me sentí en ese fantástico momento ante su presencia.
Nuestros padres, siempre se encargaron de que tuviéramos una infancia feliz y en familia, con la mesa grande y los abuelos. Los tíos que viajaban grandes distancias para que tuviéramos indefectiblemente esas juntadas.
Cuando llegó la democracia, vos, que como única tarea te habías hecho cargo de que ningún niño pudiera poner su mente y corazón en las tropelias cotidianas, fuiste juzgado por la sociedad que vio en tu gesto a un colaborador de los que tuvieron que hacer la tarea que el peronismo les impuso.
Así somos nosotros, tenemos una memoria selectiva dirán. Pero con vos no, con vos no pudieron.
Jamás lograron que perdiéramos la alegría de verte y disfrutarte casi hasta este momento.
Hoy mirando atrás, de todo eso, no queda nada, absolutamente nada.
Nos dejaron sin frazada, nos hicieron sumbudrule, nos robaron al angueto, pero nos quedaron tus gestos y modismos
sabemos el gusto que tiene la sal y lo aprendimos con vos.
Justo con vos, héroe de nuestra infancia, que eras el hilo conductor de nuestros recuerdos lindos....
Tal vez ya cansado de tantas veces preguntar cuándo nos vamos, haya venido finalmente Lita Landi a decirte, es hora....
Y vos, soltaste el hilo y te fuiste con nuestros viejos.
Buen viaje querido Carlitos y que Dios quiera que en tu partida, desde arriba, nos ayudes y le hagas sumbudrule a los que no merecen llevar las riendas de nuestra patria.
Para que de una vez por todas, podamos enseñarle a nuestros nietos y bisnietos, que la vida, puede llegar a ser vivida sintiendo que todo está, un kilo y dos pancitos.
Germán Siojrin